La necesidad de la electricidad para Vallenar y las aguas para la agricultura


Cumplido el mandato de la Municipalidad pre­cedente, y renovados sus componentes, el nuevo Cabildo se instaló el 3 de mayo de 1897.

Fueron designados Alcaldes, por su orden: don José Dolores Araya, don Ramón Rivera y don Cesario Gallo, y Regidores, los señores José Carocca, Antonio Torres Páez, Luis Joaquín Mora­les, Leocadio Alvayay y Nicanor Urrutia. Firmó el Acta respecti­va, el Gobernador, señor Eduar­do Lamartinie.

Entre las actividades de este úl­timo Cabildo del Siglo XIX cabe destacar la reparación del Puente Macaya, y el arreglo de una parte del Paseo de La Libertad, donde se hizo colocar sillones para el público que acostumbraba visi­tar diariamente ese agradable lu­gar de reunión. Se hizo construir también un tabladillo en la Plaza de Armas y varias otras obras en beneficio del ornato de la ciudad.

Por este tiempo era notoria la paulatina extinción de la chin­chilla, valioso roedor, que enton­ces era exclusividad del Huasco en el mundo entero. Esta Muni­cipalidad dictó un “Reglamento para la Caza de la Chinchilla”, por el cual se prohibía seve­ramente la venta de cueros de animalitos que no hubieran al­canzado su completo desarrollo. Reglamentaba la caza dispo­niendo para ella el empleo de pe­rros chinchilleros; y prohibiendo el empleo del fuego, de la pólvora o dinamita con este objeto, este reglamento es de fecha 10 de Di­ciembre de 1898.

Tan ineficaces fueron las medi­das que el Supremo Gobierno, como las Municipalidades, dic­taron en defensa de este valioso roedor de apreciadas pieles, que en la actualidad prácticamente, ha desaparecido – y según he­mos leído- algunos ejemplares llevados a Norte América – se están reproduciendo en gran es­cala en los montes de California.

En la sesión del 21 de agosto de 1897, la Municipalidad acordó cambiar el nombre de la calle del Puente por el de “Brasil” como un homenaje a esa República. La ceremonia se incluyó en el Pro­grama de Fiestas Patrias.

 

HONROSO ANTECEDENTE

Las actuales Leyes Sociales imponen, como se sabe, al empleador, la obligación de mantener el empleo u ocupación a los jóvenes conscriptos mientras estos cumplen con sus obligaciones cívicas del Servicio Militar.

 

La Ilustre Municipalidad de Vallenar, hace más de 50 años, en 1808, aplicaba el mismo criterio.

Así vemos el siguiente caso: En ese año, fue llamado a reconocer cuartel en una de las Primeras Guardias Cívicas”, el portero de la Municipalidad, señor Luis Victoriano Cruz, quien elevó una solicitud al Cabildo, pidiendo se le conservara su puesto y si fuera posible el sueldo, mientras cumplía sus deberes con la Patria. Considerada la petición, la Ilustre Municipalidad la encontró jus­ta y razonable, y acordó acceder a lo solicitado por el señor Cruz. Es un antecedente muy honroso y que habla con toda elocuencia de la madurez cívica y del criterio social elevado que primaba en el seno del Cabido vallenarino.

 

LA HISTORIA SE REPITE

Desde los últimos años del siglo pasado, la Ilustre Municipalidad de Vallenar, venía preocupándose de dotar de alumbrado eléctrico a la ciudad. Así vemos como en la sesión Ordinaria de 26 de agosto de 1899 se trató de una propuesta hecha por la firma Saavedra Benard y Cia, de Valparaíso, para la instalación de este servicio en el pueblo. Acompañaba a la propuesta, un Presupuesto, sobre el cual la Sala no se pronuncia, acordando, previamente, enviar una nota, referida Casa Saavedra Benard y Cia., solicitando el envió del Ingeniero de dicha firma para que levantara el plano respectivo. La Municipalidad contaba en aquel tiempo con solo doce mil pesos, que pensaba destinar a este objeto. Por diversas razones, no se llegó a un entendimiento final con la Empresa mencionada, y como se sabe, solo en 1913 pudo contar la ciudad con este importante servicio urbano, proporcionado por la Empresa Eléctrica de Vallenar. Ahora, que hace justamente 50 años desde aquella fecha, la misma Firma Saavedra Benard propone a la Ilustre Municipalidad de Vallenar hacerse cargo del Alumbrado Eléctrico. El Proyecto actual fue elaborado por el Ingeniero señor Gustavo Ortiz de la Casa Saavedra Benard, quien fue Jefe de la Empresa de Luz Eléctrica en Vallenar hace unos 12 a 15 años. Según los estudios económicos y técnicos contenidos en el expresado Proyecto, la ejecución de las obras impondría un desembolso de $ 4.000.000.

 

En la actualidad, la I. Municipali­dad está abocada a la resolución de este problema del alumbrado y tiene en estudio la aceptación o rechazo de la propuesta.

 

La Historia, como se ve, se repite.

 

REMATE DE TERRENOS MUNICIPALES

A la Municipalidad siguiente, ins­talada el 6 de mayo del año 1900, compuesta por los Alcaldes se­ñores Honorio Díaz, Francisco Rudolph y José Carocca, y por los Regidores señores Pedro Carva­llo, Flavio del Castillo, Manuel Fi­gueroa Ortiz, Antonio Torres Páez y Laureano Pérez, correspondió intervenir en los remates vacan­tes, perteneciente a la Ilustre Mu­nicipalidad de Vallenar.

 

La Ley de 14 de Septiembre de 1859, declaraba de propiedad de cada uno de los Cabildos de Frei­rina y Vallenar, respectivamente, los “terrenos vacantes” compren­didos dentro de sus límites, en un radio de tres leguas de la cabece­ra de uno y otro departamento, y los autoriza para que pudieran venderlos a censo con los requi­sitos acostumbrados en las ventas municipales, a los individuos que tratasen de regarlos y cultivarlos.

 

El ferrocarril de Huasco a Va­llenar había traído envuelto en el penacho de la locomotora, el surgimiento de esta gran fuente de riqueza del Huasco, -la Agri­cultura- por el fácil transporte de los productos del Interior del Valle hasta las bodegas de los bar­cos que en el puerto de Huasco esperaban para conducirlos a la Pampa salitrera, donde eran tan codiciados.

 

La expectativa inmediata de los trabajos de embalse de las Lagu­nas Grande y Chica del interior del Valle, que estaba en construc­ción despertó el interés por adqui­rir terrenos eriazos ubicados en las planicies al norte y sur del Rio Huasco en Vallenar, para regarlos con las nuevas aguas que esos de­pósitos artificiales procurarían a la agricultura de la región.

 

Por esto, en la sesión del 9 de junio de 1902, la sala, por unanimidad, declaró “haber utilidad manifiesta en la venta de dichos terrenos”.

Acordaba la venta en pública su­basta, se designó una Comisión para el estudio de las bases que regirían los remates. Las princi­pales bases acordadas fueron:

1. hacer la licitación en dos lotes de $ 25.000 cada uno como mí­nimo, a censo de 4% anual, sobre el valor de los remates, compren­diendo, cada lote, los terrenos eriazos, o no regados y cultivados, ubicados al norte y sur, respecti­vamente, del Rio Huasco y dentro del radio de tres leguas a la redon­da de la ciudad.

2.- Fijar el plazo de cinco años dentro de los cuales los licitadores principien a cerrar y regar los te­rrenos que remataren.

3.- La Municipalidad se reserva para si las primeras planicies de terrenos ubicados al norte y sur del rio e inmediatamente después de la población, con sus faldeos y el agua suficiente para sus necesi­dades.

Se facultaba al Alcalde para firmar en representación del Municipio las escrituras correspondientes, así como también se aplicaban multas a los rematantes que no dieran cumplimiento a las con­diciones fijadas en la base N 2; e igualmente, que los gastos de constitución del dominio de di­chas propiedades correrían a cargo de los respectivos intere­sados.

 

El remate tuvo lugar el 14 de agosto de 1902 ante el Juez Le­trado de Vallenar, señor Alberto Coo T y los terrenos de los 2 lotes mencionados fueron adjudica­dos al Sr. Roberto Naranjo Ossa. Hemos relacionado inmediata­mente el remate de los terrenos municipales con el otorgamiento de estas ‘mercedes de agua para regarlos’, porque esta impor­tante materia debía dar lugar a ruidosos juicios, que aún no han sido resueltos por los Tribunales en forma definitiva.

 

Los fundadores de los “Llanos de Perales”, “Marañón”, “Dos Ami­gos” – hoy Buena Esperanza, etc.-, en las solicitudes respecti­vas elevadas a la Ilustre Munici­palidad en la medianía del siglo pasado, no se habían preocu­pado de pedir las “mercedes de agua” correspondientes para re­gar los terrenos, confundiendo el derecho a la tierra con el derecho al agua, que jurídicamente, son distintos.

 

“De esta omisión ha resultado – escribía en “El Trabajo” de Va­llenar el inteligente abogado don Alberto Coo Tagle- que ningún fundo puede hoy (1907) exhi­bir un título sobre el derecho a las aguas que los riegan. Pero, esto no significa que los fundos quedaran en seco, a virtud de las concesiones o mercedes de agua otorgadas con posteriori­dad. La equidad y el derecho que nace del goce tranquilo que han venido haciendo de las aguas, vendrán a salvaguardar la falta de títulos; pero, si, tendrá que establecerse este derecho en for­ma legal, y ese establecimiento o esa constitución de títulos, dará origen a juicios, ya sobre prefe­rencias, ya sobre distribución de aguas”. Como se ve, el proble­ma del equitativo reparto de las aguas del Rio Huasco, entraba en una fase importante, puesto que nuevos fundos, de enorme extensión, como la “Compañía Agrícola”, “Ventanas”, etc., saca­ban por estos años grandes cana­les para regar sus terrenos.


 


Después de rematados los terrenos, la Ilustre Municipalidad entró a conceder las siguientes “mercedes de agua para regarlas”.


Fuente: www.elnoticierodelhuasco.cl


23 de Diciembre de 2024